En India, todavía, una mujer violada puede ser señalada como la
culpable de haber sido agredida. En un país sacudido por brutales
violaciones en grupo, se ha desatado otro escándalo
porque una política del partido en el gobierno, Asha Mirje, sugirió que
son las mujeres las que invitan a los hombres a atacarlas. Se refirió a
la violación en grupo y muerte de una estudiante en Delhi en diciembre de 2012, la que desató una ola de protestas y un fuerte debate en el país. También la de una fotógrafa de Bombay que fue violada por otro grupo mientras estaba trabajando.
¿Realmente tenía que ir a ver una película a las 11 de la noche con
su amigo? ¿Por qué la superviviente de la violación en Bombay estaba en
un lugar solitario a las seis de la tarde?, se preguntó en una reunión
de mujeres de su partido político. “Las violaciones también ocurren por la ropa de la mujer, por su comportamiento y por estar en lugares inapropiados”, argumentó.
El Partido del Congreso trató de desmarcarse diciendo que tomará
medidas y asegurando que la seguridad de las mujeres no solo les
corresponde a ellas.
La declaración se produce en un país sacudido por el penúltimo caso: la violación fue el castigo que impuso un consejo tribal de patriarcas de una aldea de Birbhum, en Bengala Occidental, el este de India, a una mujer de 20 años. Su “crimen” fue enamorarse de un hombre que no era de su comunidad ni religión.
La pareja fue atada al tronco de un árbol. El consejo de patriarcas
impuso una multa de 25.000 rupias (unos 300 euros) a cada uno. La
familia del hombre pagó, pero la familia de ella no pudo. Por ello, el
jefe del consejo dijo a los aldeanos que eran libres de “disfrutar a la chica y divertirse”.
Varios hombres la atacaron sexualmente enfrente de una decena de
espectadores. Fue tan brutal el ataque que ella perdió la cuenta. Los
informes médicos dicen que fueron entre cinco y 15 hombres.
La familia de la víctima fue obligada a guardar silencio y no fue hasta dos días después que pudieron denunciar el crimen. La policía detuvo a 13 personas. Pero un reportaje del canal de televisión NDTV asegura que la gente de la aldea niega completamente los hechos. En ese mismo distrito, hace cuatro años una mujer fue obligada a desnudarse y caminar así por la aldea también por tener una relación que no era consentida por la comunidad.
El Estado de Bengala Occidental, cuya capital es Calcuta, es uno de
los peores en India para ser mujer: allí ocurren el 12% de delitos
contra las mujeres de todo el país, de acuerdo a la Agencia Nacional de Registro de Crímenes. Según los activistas, las castas bajas y las tribus son más vulnerables a violaciones y más probable que el crimen quede impune. Pero las cosas están cambiando.
“Antes estos casos quedaban en el silencio, pero ahora poco a poco
van saliendo a la luz, conforme la sociedad va tomando consciencia sobre
los derechos de la mujer”, asegura la directora del Centro de Investigaciones Sociales, Ranjana Kumari. Explica que este tipo de consejos de patriarcas son cada vez más raros, pero siguen existiendo: se trata de un grupo de hombres que se autonombran para decidir sobre algunos casos.
“Son totalmente ilegales: fueron prohibidos por el Tribunal Supremo.
Pero en nombre de la tradición se han dedicado a maltratar a las mujeres
porque sus decisiones son casi siempre contra sus derechos”, dice.
Las áreas rurales tienen menos control policial y por lo tanto el
control social es mayor. Las tradiciones patriarcales y conservadoras
llevan a los hombres a usar la violación como un arma para dar miedo a las mujeres.
La reconocida abogada y activista Madhu Mehra asegura que mientras en
la sociedad india no quede claro que las mujeres son libres, que tienen
derecho a decidir con quien casarse, que tienen libertad sexual, se
seguirán escuchando esas contradictorias ideas de que las mujeres tienen la culpa de ser violadas.
Recapitulando lo que ha pasado en el último año tras la violación de
Delhi, Vrinda Grover, una reconocida abogada por los derechos de la
mujer, dice que “está claro que la violencia y la impunidad continúan.
La impunidad varía mucho según la clase y la casta y la religión a la
que las mujeres pertenecen”. Sin embargo, como muchas otras activistas,
coincide que el gran paso ha sido empezar a hablar de la violencia de
género, tanto hombres como mujeres. El silencio y la negación se han roto. Se ha quitado un poco el estigma y a las mujeres comienzan a denunciar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario